TATIANA BURKE

TATIANA BURKE

NOMBRE COMPLETO: Tatiana Burke
APODO/S: Tat
EDAD: 19 años
RAZA: Cazadora
BANDO: Neutral
OCUPACIÓN: Dependienta en una tienda de ropa
NACIONALIDAD: Estadounidense
ESTADO CIVIL: Soltera
O. SEXUAL: Heterosexual

OTROS DATOS:
• No sabe que pertenece a un linaje de cazadoras.
• El nombre de su hijo es Dylan, tiene ahora 3 años.
• Le gusta la música indie, el helado de pistacho y las películas de ciencia-ficción, por lo mismo aborrece las típicas comedias románticas.

HISTORIA Y/O PERSONALIDAD:
Tatiana nació en el mismo San Francisco, aunque no conoce a sus padres, es una hija más del sistema, criada en orfanatos y casas de acogida. Su primer recuerdo fue de hecho el de la sala en la que los responsables de los niños dejaban a estos a modo de exposición para los padres que acudían a adoptar. Tristemente, aquella experiencia se repitió durante años, Tatiana era expuesta y obligada a poner su mejor cara para encantar a los matrimonios que se pasaban cada mes para “ojear” y ver con qué niño se quedaban. A ella nunca la eligieron, tal vez porque nunca destacó, siempre fue una niña tímida y retraída que evitaba las situaciones sociales, no interactuaba demasiado con los otros niños, de hecho con la única que hablaba era una de las educadoras que estaba encantada con la cría, lo más parecido allí que tenía Tatiana a una amiga. Prefería dedicarse a construir Legos, soñando con ser arquitecta cuando fuera mayor y construir la casa en la que siempre había querido estar, con muchas habitaciones, con piscina, con un jardín y una casa-árbol, con muchos pisos y escondites secretos que solo ella conocería; ilusa ella no contaba con que lo que más quería no se podía fabricar: una familia. Maria, que así se llamaba la educadora, intentó adoptarla pero por ser una de las trabajadoras le impidieron iniciar el proceso, los empleados tenían prohibido encariñarse demasiado con los niños por lo que el centro la terminó despidiendo al saber sus intenciones.

Los años pasaron y la trasladaron a una casa de acogida, con una familia que parecía vivir de acoger niños que nadie quería. Vivían en una casa grande, casi como la de sus sueños, incluso mejor, tenía dos piscinas, una de ellas cubierta, ¿cómo no había pensado en ello?, se había dicho cuando la vio, obviamente en invierno no se podía estar en la exterior. Pero tenía lo más importante, una familia. Tenía entonces 12 años, le costó adaptarse pero consiguió sentirse como una más, incluso el instituto se le hizo más soportable, podía centrarse en las clases y estudiar verdaderamente para lo que aún soñaba ser. Su hermano de acogida, Paul, 5 años mayor que ella, le ayudó bastante a integrarse, era quien le ayudaba con los deberes que él mismo había hecho cinco años antes, le enseñaba sus aficiones, a pasárselo bien, cuando se quiso dar cuenta se había enamorado de él. Tatiana le seguía allá donde fuera, le admiraba, le ayudaba en todo aquello que el chico le pedía. Así pasaron los meses, y Paul se acabó dando cuenta de lo que la chiquilla sentía por él y decidió aprovecharlo. Los favores dejaron de ser inocentes y las visitas al dormitorio empezaron a ser frecuentes. El chico la hacía sentir especial, como si fuera lo único que importaba en el mundo, pero tardó en darse cuenta de lo que estaba pasando y se desencantó. Quiso evitarle, llegando incluso a sentir miedo cuando escuchaba esos 3 golpes a la puerta de su cuarto que precedían a la entrada de Paul. Se culpaba de haber sido tan tonta, inútil por no saber cómo parar aquello. El chico se las ingenió para hacerla sentir que ella era la que había provocado todo aquello y que diciéndoselo a los adultos solo haría que la abandonaran y la devolvieran al sistema. La noche de su 15 cumpleaños, después de que Paul la forzara por primera vez, decidió que debía poner punto final a aquello. Se escapó de casa cuando todos dormían, sin saber adonde ir, solo con el deseo de escapar de aquella pesadilla.

Buscó a la única persona que se le pasó por la cabeza, aquella educadora que tan bien había cuidado de ella cuando estaba en el orfanato y en la que creía firmemente poder confiar. Le costó localizarla pero una vez lo hizo gracias a una guía —que robó de un bloque de apartamentos— se personó ante su casa. Maria la acogió sin pensárselo, escuchó su historia y prometió protegerla, la mujer se arrepentía de no haber luchado por ella años atrás. Las peores predicciones de la exeducadora se hicieron realidad y Tatiana empezó a mostrar signos de haberse quedado embarazada. Y así fue, nueve meses después daba a luz a Dylan, a quien mantuvo ocultado de Paul. Desde entonces vive con Maria, ella le ayuda a criar al nene, a construirse un futuro. Sus prioridades cambiaron, retomó los estudios únicamente para sacarse el graduado pero sin más pretensiones después, ahora era madre, adolescente sí, pero una madre, y debía ejercer como tal aun con el apoyo de quien ya consideraba la suya. No se imagina lo que le queda por vivir, no sabe todavía que desciende de cazadores y no tiene ni idea del mundo sobrenatural.

En cuanto a su personalidad decir que Tatiana no ha cambiado mucho desde aquella niña tímida, sigue evitando las situaciones sociales, no le gusta demasiado salir, aunque ahora precisamente tampoco tenga tiempo. Tener a Dylan le ha obligado a hablar más cuando está fuera con él, ya sean en restaurantes o tiendas, cuando antes evitaba ser quien hiciera los pedidos o se dirigiera a los encargados, ahora no tiene más remedio. Desde lo sucedido con su hermano de acogida tiende a ser más desconfiada, aunque eso no le quita de ser educada y amable cuando tiene que serlo. Le cuesta por ese motivo hacer nuevas amistades, de hecho no tiene muchos amigos, tal vez algunas madres de la guardería con las que a veces habla o sus compañeras de la tienda de ropa en la que trabaja, más de su edad, pero ninguna que pueda considerarse una amiga. Es fuerte, una luchadora, hará lo que sea por su hijo, le ha tocado madurar a la fuerza.

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