GUSTAVE J. BEAUMONT

Gustave J. Beaumont

NOMBRE COMPLETO: Gustave Jérôme Beaumont
APODO/S: Monseuir Beaumont.
EDAD: 230-240 años reales, 28 aparentes.
RAZA: Vampiro.
BANDO: Indefinido.
OCUPACIÓN: Restaurador en el museo de M.H. Young.
NACIONALIDAD: Francés.
ESTADO CIVIL: Soltero.
O. SEXUAL: Heterosexual

OTROS DATOS:
►Su vida mortal acabó en  la batalla de Valmy, el 8 de septiembre de 1792, a manos de un militante del imperio Austriaco. Antes de eso, lo único que le importaba era ser una pieza fundamental del ejercito francés.
► Estuvo casi cien años capturados por una manada de licántropos. Se desconoce cómo escapo.
► Es educado y amable, rebosando de cortesía sus palabras, y teniendo bastantes ademanes de etiqueta, además de una gran información acerca de armas de pólvora y fuego.
► Trabaja en la restauración de obras en un museo de San Francisco ya que se mantiene ocupado, es de noche,  solitario, y le permite recuperar memorias al trabajar en pinturas tan viejas como él.
► Le gustan las emisoras que pasan música de la década de los 50s y 60s

HISTORIA Y/O PERSONALIDAD:
Una sombra de lo que fue un gran vampiro, sólo eso. Monseuir Beaumont en sus mejores tiempos fue esta especie de icono violento y sádico, sin  clemencia y con una cierta tendencia a las masacres colectivas. Fue una de las claves en las bajas militares de principios de los 1800s en Europa, y el detonador principal de la Rebelión de Junio. Alguien con estatus y relevancia en la supremacía vampira, no lo que es ahora. Luego de que, décadas atrás, los hombres lobos lo capturaran pasó a ser un hombre callado y nervioso. En 1910, en una batalla extendida por décadas entre vampiros y licántropos en el norte de Francia, es capturado. No va en  los planes de sus enemigos matarlo, Monseuir Beaumont sirve más vivo que muerto. Lo encierran en un templo católico, imposibilitando escapar y a sus hermanos entrar. Fue torturado con una exposición solar de tres minutos diariamente, alimentado únicamente con la sangre coagulada de animales muertos con la esperanza de que soltara toda aquella información estratégica que poseía y que, creían los lupinos, serviría para darle fin al bando de vampiros francos. Pero no lo hizo, ochenta años pasaron antes que comprendieran que nunca lo haría.  Desilusionados, y creyendo que al matarlo le harían un favor, los hombres lobos deciden acudir a un nigromante para castigar en vida el alma del vampiro. Aunque algo resulta mal en la ceremonia ya que el espíritu embocado por el brujo acaba con la vida de uno de los licántropos y hace estragos en la personalidad de Gustave.  

Casi como si sufriera de un trastorno obsesivo compulsivo, Gustave se obsesiona con la rutina y el orden, sacándole de quicio la contaminación acústica y la suciedad. Algunos creen que en los tiempos de tortura le lavaron el cerebro con el consumo de la sangre humana a tal punto que el mismo Gustave se priva de ésta y la manera en que lo hace es manteniéndose ocupado con pequeñas cosas, pequeñas obsesiones. Esta fue la principal razón por la cual el aquelarre del que formaba parte, desde sus orígenes, lo dejó de lado: era su cuerpo, estaba milagrosamente vivo, pero no era él. Nunca habló acerca de cómo escapó o que le hicieron con exactitud, sólo se quedó ahí, en silencio y consumiendo sangre animal. Gustave ya no gozaba con los asesinatos, no podía estar en la presencia de algún humano, ni menos aún tomar alguna decisión con respecto al clan.

Siguió su rumbo solo, pasando años antes que pudiera incorporarse en la sociedad. En un principio se privó de toda clase de interacción con los humanos ya que la sed le producía un dolor físico difícil de  controlar. Se escondió en los lugares más recondidos, pero a medida que el tiempo pasaba la humanidad se extendía, dejando pocos espacios en los cuales ocultarse. No tiene recuerdos claros de lo que ha hecho todos estos siglos, pero no se cree capaz de formar parte de todo lo que le han dicho que ha sido. En su mente ha intentado humanizarse, alejándose del monstruo del que todos hablan, pero sin desearlo su vida a vuelto a verse resumida a la necesidad de sangre. Las rutinas, e incluso el TOC es una fachada para mantener la sed al mínimo, ya que en el fondo, muy en el fondo,  sabe que sólo hace falta que una gota de cálida sangre humana entre a su sistema para liberar algo que podría asustar hasta a algunos demonios.

PB: LIBRE

Usuario: LIBRE