Vuelapluma - Afiliación normal.

En 1982, la evolución natural de las cosas desembocó en un nuevo sistema de gobierno: las cuatro familas más influyentes de las islas británicas alcanzaron un acuerdo, una alianza si se prefiere el término, para repartirse el poder en Gran Bretaña. Mientras crecía su influencia, más importante se hacía la mentalidad de que la pureza de la sangre mágica era una máxima para ser alguien en la vida, puesto que si no estabas con ellos, estabas contra ellos.

De la Isla Esmeralda, las poderosas y bellas O'Grady tomaron el poder del banco de los magos, Gringotts. Desde la valiente Escocia, el recto y dominante clan McAllister tomó las riendas del núcleo de la educación mágica británica. De la tierra del dragón rojo, Gales, la ambiciosa familia Giggs consiguió el poder político haciéndose con el Ministerio de Magia, mientras que su familia más allegada, los Bloodworth de Inglaterra, se adueñaron de la sanidad pública.
Con los cuatro pilares más importantes de una sociedad controlados, nadie podía detener el progreso de su nuevo régimen.



No había demasiado trabajo que hacer, pues con el ascenso en la jerarquía social de las familias más adineradas de tradición purista lo más normal era aceptar que la sociedad mágica debía estar regida por esas familias, máximo exponente de lo que significa ser un mago hijo de magos, nieto de magos, lejano descendiente de magos con los mismos padres. Poseedores de tierras, títulos, familias de elfos... Reyes modernos de las islas, ahora unificadas nuevamente bajo el nombre de Reino Unido.

La transición fue muy dura para los mestizos, pero para muchos hijos de muggle supuso la pérdida de sus empleos y sus hogares. Todo en pos de un nuevo orden, en el que cada mago y cada bruja ocuparía el lugar que le correspondía. En el que un extenso linaje puro sería la mayor prueba de valía, y en el que las relaciones con muggles serían justamente repudiadas. Un mundo más correcto.



Han pasado treinta años, y el gobierno de Las Cuatro está perfectamente consolidado. Han creado una sociedad perfecta para las ideas que les han transmitido sus padres, donde el mestizaje no está bien visto y la magia en un ser concebido por muggles es poco más que una aberración. Estas ideas quedan patentes en la construcción jerárquica: los mestizos, por su mitad mágica, mantienen sus derechos aunque jamás serán más que un jefe de departamento o de casa de Hogwarts.
Por su lado, los hijos de muggle jamás serán admitidos en un cargo mínimamente importante. Son los conserjes, los cocineros, la mano de obra del Reino Unido. Pero se les permite estudiar, valga la bondad del gobierno.

La jerarquía en Hogwarts no es tan distinta, enseñando así a los jóvenes magos desde el comienzo cuál será su lugar en la vida. Un previo examen de la genealogía del alumno es lo único necesario para que éste sea asignado a una casa:
Un miembro de una de las cuatro familias será un Slytherin.
Un hijo de magos con un linaje limpio será de cualquier casa a excepción de Hufflepuff.
Un mestizo no podrá ser nunca un Slytherin.
Y un sangre sucia o traidor a la sangre siempre será un Hufflepuff, siendo obligado a estudiar en un horario distinto al de sus compañeros y a combinar las clases con tareas de limpieza y mantenimiento.



Pero en todo orden siempre debe haber caos... Y tanto es así que en los pasados años un grupo de inadaptados sociales bajo la insignia de Frente Nueva Perspectiva ha tratado de hacer estragos entre los pilares clave de nuestra sociedad, atacando a Las Cuatro y adueñándose de las páginas de sucesos de El Profeta con su nombre y sus acciones. Parecen querer reivindicar aquello que hace tiempo perdieron: los derechos de los que tienen parte muggle en sus genes pero que quieren formar parte del mundo mágico. Una organización cuya columna vertebral está compuesta por sangres sucia y mestizos traidores a su sangre mágica que han conseguido escapar momentáneamente a la alargada sombra del gobierno y, como consecuencia de esto, se han convertido en unos salvajes, embruteciendo también sus propios poderes hasta el punto de no poder controlarlos.

Todas las fichas están en su lugar, pero... ¿Cuántos peones deben ser utilizados, humillados, antes de volverse hacia sus reyes?

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